sábado, 7 de diciembre de 2013

7-12-2013

NO SÉ, QUE TIENE MI TIERRA.

No sé... que tiene esa tierra donde hoy no vivo y donde a lo mejor no muero,
Con venir de mi mismo no puede venir de más lejos,
Tierra de donde es mi tierra,
Si muero sin ventura, pues hacerlo no me cabe la menor duda,
Entiérrame en lo alto de la sierra, para que no extrañe mi cuerpo su sepultura y poder ver desde allí la tierra donde mecía mi cuna.

El tráiler de mi película

Mi pueblo es como un zafiro de brillante recorrido, tallado con el fondo azul que contiene su cielo y adornado con el tinte verde que le dan sus huertos,
Desde lo escondido de sus corrales sobresalen los copos de sus árboles...
Y desde el campanario de la Iglesia contemplo los tejados de sus casas y las siluetas que tienen sus chimeneas.
Pequeño pueblo cuando paseas por sus calles, grande cuando su corazón por la razón late.
Cuando la siesta con la canina llega, los "morgaños" sus finos telares tejen, las cigarras cantan, las hormigas trabajan y las abejas sacan miel de las flores de nuestro jardín.
Momento que yo aprovechaba para hacer mis columpios de fantasía, volando por los aires las realidades que me atosigan en estos días tan lejos de ti,
Sin que para la caída llevase ni tan siquiera un paraguas por paracaídas, sí, un colchón lleno de quimeras para la próxima primavera, dónde espero visitarte.

Palomas que en sus trigales levantan suave el vuelo,
Cogutas posadas en un “terrón” cantando el aquí estoy yo y no me tires piedras mamón.
Perdigones que en sus trotes corren a refugiarse entre los matorrales,
Lagartos tomando el sol en los “peñascos” de un polvoriento camino,
Hay un concierto grillero en la lejanía, que resuenan como campanillas de oro, llenando de ecos las noches en calma de Extremadura,
Son los jaleados coros que forman estos “bichitos” a la luz de la luna mientras yo duermo,
Mañanas que con el alba sé vera un viejo lucero brillar a lo lejos y a mí, desterrando mi complejo,
Hay escarcha plateada sobre la hierba verde, así lucen sus trajes los campos de mí pueblo,
A la puerta de un cortijo blanco un mastín de tupido pelo ladra a un forastero, que con desespero, busca el espárrago triguero en los cuartones del pueblo.
Noches de verano con surtidores de estrellas en lo alto de un cielo negro, estrellas que yo veo...
...Cuando me siento a tomar el fresco en el "umblá" de esa casa que habitaba en la calle dónde vi por vez primera la luz solar.

Me llevaré el recuerdo de sentimientos caros, los llantos de la fuente grande, las risas de la fuente chica y las hojas amarillas de un feo otoño,
El volar a ras del suelo de unas golondrinas negras y el sonido grave que provoca una cigüeña madre en lo alto del campanario de San Pedro.

Pueblo de donde es mi pueblo, que en mí un amigo tendrás, mientras proyecte sombra mi cuerpo...
Mientras las hojas del calendario se sigan deshojando a mi lado y yo tenga aliento para seguirte visitando...aunque sea una vez al año.

PUEBLO CHICO

PUEBLO chico de ti solo cuentan, lo que cuentan los viejos que ayer mozos fueron... en tus calles y plazas,

un día dejaré este mundo justiciero... que vive para el dinero,

un día dejaré este mundo generoso de cosas inciertas... que luego resultaron ser ciertas,

ansioso estuve por entrar a chapotear en el barrizal... que deja el derrochar,

y hoy me doy cuenta del error cuando a mi vida... le queda poco rol,

me iré a buscarte desnudo en la palabra, para gozar del orgasmo que proporciona... tu vida por ti servida,

porque lo demás no es cosa que ni tú ni yo podamos cambiar...

con tus pocos almendros y tus muchas encinas,

con tus olivos de divisa verde y plata,

con tus higueras de higos llenas,

con tus prados y tus campos,

con tus parcelas de rastrojo blanco... rastrojo que desde el tobillo a la rodilla dibujan surcos en mi piel y a algunos… hasta le brotan hilillos de sangre.


A TI TE CANTO pueblo de donde es mi pueblo, con las canciones añejas que los coros y danzas... en sus baladas te ensalzan,

cantares chicos de pueblo chico, cantares que hoy me saben... a destierro concertado,

a ti que en la distancia... quererte puedo,

a ti que en la distancia dejarte... ni quiero ni puedo,

a ti que me retienes para siempre como el imán... que atrapa al hierro,

pero... ¿por qué? vaya vd. a saber y no llego a comprender o acaso despierto... alguna vez lo soñé,

si nací con aires aventureros y tomé la aventura de perderte, sin ser este mi objetivo preferente, si el de comer al menos una vez... al día algo caliente,

¿por qué extraña razón no se me borra de mi mente tu recuerdo?

será porque cogí el rumbo de otros aires y la estrella de los vientos... apunta con dirección a tu cuerpo,

mi cuerpo como todos los cuerpos de sangre caliente, con el paso del tiempo... sin darse cuenta envejece,

mi alma está fresca en tu memoria, mis sentimientos no sufren erosiones... beben del manantial de viejos sucesos,

manantial de vivencias con un fugaz pasado donde solo queda, como en todo... el recuerdo que me llevé de ti impreso en mi memoria,

hoy vuelan mis vacaciones sin enterarme que tienes algo que en mi diccionario... de la vida no hallo,

ese algo que en mi no muere, se regenera... se protege y se refuerza,

ese algo que siempre liga... con mi pasado,

ese algo que cada día rejuvenece... con el presente,

para mi eres el pueblo elegido para sernos fieles hasta que mi cuerpo deje de dar sombra y el mundo se olvide... que de ti...

pueblo de dónde es mi pueblo, dónde pasé de puntillas por no rayar tu suelo.

LA CALLE, que fue mi calle.

La Calle con su piso de tierra, sus “peñascos” y sus aceras de lanchas,
Con sus ventanas en paredes anchas y tejados bajos,
Con mi infancia vagando por los rincones de mi memoria más perdida... que un Sueco en Triana.
Con mis vacaciones de carrera larga y espacios muertos, con un minutero dando los cuartos de mi destierro,
Con su humildad y su grandeza velando por su entereza,
Con mis recuerdos y mis nostalgias de antes de los 60,
Con mis "hasta luego pueblo" dentro de poco vuelvo.

Bajando la Calle de conde es mi calle, y a la derecha, estaban las carpinterías y la fragua que tenía el barrio, a la izquierda el colmado de Vicente, todos juntos pero no revueltos, daba la sensación de tener delante de tí un hormiguero en movimiento, había una mezcla de gente guapa que por allí deambulaba, con sus edades unos y sus diferencias particulares otros, pero, sin embargo, amables todos con el respetable vecino que por allí pasaba.

Nosotros los enanos éramos como casi todos a la misma edad, un metro veinte a nivel del mar sin contar la altura de nuestros empinados flequillos, dependiendo de los resultados y de la gente que tenias a tu lado, unos éramos buenos y otros malo, para que no faltase el estropicio teníamos algunos niños mal criados... según un profesor con aires de conciliador, demandaba él tal, que sin esto no hay pequeño que cuente con pocos cumpleaños.

Nosotros los "chinorros" hacíamos competiciones buscando ser de mayores como aquellos ídolos que nunca salieron en nuestras ausentes televisiones, cuando comprobábamos que para llegar a la fama necesitábamos mucha flama y a nosotros nos faltaba ya aire en los pulmones, nos sosegábamos y nos jugábamos a los "bolindres" hasta un par de perras chicas, que él que las perdía las debía y él que las ganaba no cobraba, o sea, todo quedaba como estaba... y en casa, sin trabas ni algaradas, así provisto de este porvenir nuestras horas pasaban, nuestros días se juntaban, los años volaban y a la vuelta de la esquina una maleta de tabla nos esperaba.

Había dos carpinterías muy competitivas, o si lo prefieren de feroz competencia en amabilidad y cachondeo, y mucha madera por medio, la de “Frasquito” que entre roperos y mesa camilla le daba al “saxo” a medio día todos los días. Se podría decir que la viruta y el re, do, mi, fa, sol, iban junto a todas partes en este barrio.

Casa por casa con pared al medio estaba la de Galera, barco pequeño y corazón inflado de buenas maneras, músico por excelencia adjunto a su complacencia, esta carpintería era en espacio compartida con Piquiña, consumado maestro de obra fina, haciendo de solista con su “garlopa” y su cepillo, le estaba arrancando virutas a la madera mientras montaba la mesilla de noche que le había encargado esa pareja de novios que en matrimonio se convertirán dentro de tres días. Por lo que la sociedad de este local, daba una carpintería entre basta y fina, teniendo por Cía. la marca, G.P.- S.A.

Estos locales eran vigentes y al día con sus recibos en eso de los arbitrios que cobraba guardia Municipal, ambos estaban a la “guay” sin haber ido ninguno de los dos a Paraguay.
Saliendo de este recinto topabas con el comercio de Vicente, establecimiento dónde había aglomeración de cenachos y monederos sin cuenta corriente con tarjeta de crédito, para culminar con las cosas del hogar en este polígono industrial estaba ¡!Cómo no!! la zapatería de Cierva, zapatería que desprendía algunos requiebros a los zapatos de moda, lugar muy apropiado para que su propietario pudiese contarte chascarrillos, chistes y bananas cosas que pasaron alguna vez que otra dentro de cualquier época, o quizá eso sería lo que menos ahora a vd. y a mí nos importa.

EL BARRIO, ÉSE BARRIO

El barrio no sólo era un lugar de juego para nosotros los más "chiquininos" el barrio como todos los barrios, era mucho barrio... Tenía de todo para poder contar, poco que esconder y sobre todo mucho que entretener, que es de lo que se trataba, al menos entre nosotros.

Sus especiales tópicos típicos, le daba un toque de distinción, algo ilustrativo en un ejercicio con el suelo compartido, de señor seria el calificativo en toda la extensión de la palabra para esta rectangular plaza, teniendo en cuenta que para llegar a ser señor por las vías de la comunicación, la compresión y la reputación, a poquitos les llega por este cauce tal honor, bueno pues a este barrio sí, y no lo digo por mío, ni siquiera por mí, lo digo de corazón y de la vieja guardia que aquí siempre jugó.

Esta distinción la ganamos con la constancia nosotros los "chinorros" sabedores de que estaba en juego nuestra consagración y mire Vd., así nos salió y por eso ni pedimos perdón, ni cantamos el alirón aunque muchas veces íbamos para campeón.

Recinto pintoresco y reñido con lo grotesco, señas de identidad que voluntariamente quiso estar presente para que nosotros pudiésemos vivir nuestro momento vigente, cargados de complementos inconfundibles propios de nuestros sueños, sueños tan naturales, como enemigo éramos de artilugios artificiales.

Sus árboles lucían sombras negras, sombras que no rompen con su color y si es poseedora de muchas almas gemelas, son árboles como plantados en acogedores oasis en días sofocantes de un cálido verano, los espacios de éste barrio eran llanos como la palma de la mano y su forma rectangular le daban un aire especial con aroma sin igual.

O sea, que aquí se vino a beber aguardiente y el que no esté de acuerdo que deje de ser cliente, decía Vicente, el tendero del barrio.

EL BARRIO DE DONDE ES MI BARRIO

Hoy el barrio ya no se parece ni siquiera al barrio de mis sueños, aquel barrio que de niño dejé ha cambiado su estética y complicó su existencia, en áreas de un progreso ligero de peso y falto de las alegrías que se daban por aquellos... ya lejanos días.

Aquí ya no hay niños jugando a echarse tierra por la cabeza, ni se juega a los bolindres, ni siquiera se escarba en la tierra para hacer el “gua” donde el bolindre ha de entrar. No hay piedras para formar una portería, ni balones para jugar la "chiquillería"... sin miedo a romper un cristal, de ese coche que allí aparcó, para reducir el espacio donde jugaba yo.

Aquellos árboles que nos acogieron a cambio de nada, si acaso le pagábamos con una “meada” en su tronco por verano, esos árboles nos protegían de la abrasadora canina con la sombra que salían de sus ramas, hoy sólo sirven para que esa sombra negra como los ángeles de Machin, se la disputen los descendientes de los intrépidos seiscientos con sus aparcamiento.

Y yo acordándome a través de las nebulosas de mi memoria desplegada por el barrio, como perdía aquellos once años que nunca más fui capaz de recuperar...y eso que me fui a vivir a una ciudad con miras al mar, dónde pude navegar desde la montaña hasta altamar.

Y tantas y tantas cosas que se quedaron atrapados por los tiempos que por mi pasaron como un torbellino, tiempos que ya no vuelven por navidad ni se acuerdan de nuestra amistad.

Y tanto y tantos sitios llenos de estilos y compromisos adquiridos, que ya ni siquiera aparecen cuando uno tira del hilo de aquel ovillo que perdí en el